Lilian, de 35 años, y Rafael, de 50, forman un matrimonio que regenta un restaurante playero en la costa norte de Gran Canaria. Ambos llevan varios años intentando tener un hijo, sin éxito. En la clínica de fertilidad a la que acuden, a Rafael le dicen que su esperma es inservible, por lo que necesitan un donante anónimo de semen, a lo que él se opone frontalmente.